lunes, 6 de octubre de 2008

Educación como metodo para prevenir delitos


La palabra educación viene de la palabra latina “educere” que significa guiar, conducir o de educare que significa formar o instruir, y puede definirse como: todos aquellos procesos mediante los cuales se pueden transmitir conocimientos, costumbres, valores y formas de actuar. La educación no se lleva a cabo solamente a través de la palabra, sino que está presente en todos nuestros sentimientos, actitudes y acciones. Es el proceso de concentración y vinculación cultural, moral y conductual. Gracias a la educación las nuevas generaciones pueden asimilar y aprender todos los conocimientos necesarios, las normas de conducta, los modos de ser y las formas como se ve el mundo de las generaciones anteriores a ellos, creando además nuevas visiones.
De esta manera, a mi juicio distingo 3 tipos de educación:

1. la que entregan los padres (educar),
2. la que se imparte en los colegios (instruir), y
3. la que aprendemos según las costumbres sociales que se desarrollan a nuestro alrededor.

En primer lugar, la delincuencia no puede entenderse como una batalla en contra de los "delincuentes", sino como una lucha sistemática y consciente en contra del medio social carente y conflictivo que genera desintegración familiar, dificulta el acceso a una adecuada formación educacional, impide la internación de normas valóricas y morales, y que, como resultado final, produce en el individuo inclinaciones hacia conductas antisociales.

La mayoría de las personas se hace delincuente por la mala educación que ha recibido, y no me refiero a la mala calidad de los colegios, sino que a la educación que debiera entregar cada padre que desea proyectar a su hijo, hablo de mínimos morales, valores como el respeto, para que adquieran conciencia de sus comportamientos versus los que están socialmente permitidos y bien vistos.

Hay un dicho que dice: “el que nace pobre muere pobre”, el cual no comparto, ya que bien sabemos que hay casos en que personas, aun proviniendo de los lugares más humildes de la ciudad y con mínimos recursos, han superado su condición inicial, demostrando que con fortaleza, templanza y paciencia uno puede lograr lo que se proponga.

Todo pasa porque hay poca conciencia y voluntad verdadera por parte de las personas, ya que si bien claramente Chile no posee los medios de un país desarrollado en donde hay mayor cantidad de oportunidades y respaldos al momento de emprender alguna acción económica, quien busca y persevera siempre encontrara algo que hacer para sustentarse. No se puede culpar de todo al Gobierno de turno y esperar a que las cosas se den en bandeja.

Es así como estas personas buscan responder a sus necesidades de la manera más inmediata que puedan, lo cual implica, muchas veces, robar. Lo que resulte mas fácil y sin pensar en que sus victimas también tienen necesidades, familias y sueños que concretar, los cuales se ven perjudicados.

Todo esto debe comprometer a toda la sociedad en la urgente necesidad de fortalecer el matrimonio y la familia entre nosotros, porque ahí está la fuerza más segura para una vida digna de todas las personas. Como lo establece nuestra propia Carta Fundamental al considerar a la familia como la sociedad intermedia más importante.

Ayudaría, en una campaña, indicar las consecuencias que tiene actuar en forma contraria a lo que se pide, como en la conducción de vehículos, en la adicción al alcohol y a la droga, en el contagio de enfermedades, etc., para dar una clara señal y convincente de los resultados que tiene esa contravención. Igualmente lo que significa la violación de la propiedad ajena y la violencia contra las personas.

La droga está presente en la mayoría de los delincuentes en Chile. De acuerdo a un estudio de Paz Ciudadana sobre la base de 721 detenidos por distintos delitos en abril de 2005, el 80 % de los autores de robo con fuerza había consumido alguna droga, y de ese grupo, el 90% había consumido cocaína o pasta base. Lo mismo sucedía con el robo con violencia: el 77,9 % había consumido alguna droga y, de ellos, el 95% había consumido cocaína o pasta base. Muchos de esos delitos se deben a la necesidad de los delincuentes de costearse el consumo de drogas, que en el caso de la pasta base/cocaína llegaría a los $ 355 mil mensuales.

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